ANÁLISIS DEL PODER EN COLOMBIA A PROPÓSITO DEL CONFLICTO ARMADO Y LOS NUEVOS SUCESOS DE JEFES GUERRILLEROS MUERTOS, 2010.
NADA ES CASUALIDAD
Antecedentes de la soberanía en Colombia. Análisis bibliográfico de casos.
La soberanía se ha convertido en un concepto alternativo para explicar las formas de poder modernamente, la cual se establece en relación a los vínculos de subsumisión entre soberano y súbdito que concede un lugar especifico a la política, sin embargo, la soberanía como extensión ciudadana en tanto en cuanto incorporación del derecho de gentes, dominación de territorios y fundador de socialidades, prepara un camino explicito ante los alcances que el fenómeno de violencia en Colombia ha perpetradon frente a las divergencias partidistas y a la disputa por la supremacía del poder político. Diferentes autores y obras analizan históricamente la naturaleza del acervo social, político y cultural de Colombia, quienes presentan como factor fundante de las relaciones políticas y de los sistemas dominantes el papel ejercido por la naturaleza como factor crucial para la construcción del poder, así en Montesquieu,[1] basado en su análisis de diversas culturas que no dejan de tener relieve en las especificidades colombianas, desvela un común denominador en las obras que reseñaremos adelante y es que entienden que las relaciones sociales y la organización económica, así como las identidades culturales se observan al tenor de la naturaleza geográfica, topográfica y climática en las cuales están inmersas.
El análisis de Marco Palacios y Frank Safford[2] traza el mapa de las barreras humanas, políticas y geográficas en Colombia, frente a la constante amenaza de la violencia en diferentes épocas y lugares, las cuales definieron el destino político y la propiedad de territorios profundamente arraigados en la realidad social del país, por ello uno de los inconvenientes más insondables políticamente es el de la propiedad, pues los títulos siempre fueron producto de usurpaciones amparadas por el poder político, en dirección de las necesidades hegemónicas regionales; dichas dificultades imposibilitan la construcción de un país políticamente coherente, tanto así que a nivel social la organización diversa de los asentamientos humanos, vivió muchas vicisitudes para consolidarse, además de la complejidad geográfica que imposibilitó el libre flujo de la producción y de intercambios humanos, lo que implicó una cierta incoherencia cultural frente a la fragmentación del territorio y aun de las formas de concebir la cohesión social en la cotidianidad de las regiones. Los determinantes culturales en el ideal nacional para los autores, desembocan en fenómenos que implican alternativamente el declive de un sistema político, que va al traste con el debilitamiento del Estado y el incremento de la política como fortín de la violencia a todos los niveles de la vida social, puesto que el aislamiento geográfico fue un aliado común de la corrupción, de la violencia partidista, la confrontación ideológica y económica a nivel nacional, pero sobre todo instrumento común para imponer el orden en Colombia .
La investigación histórica comparada de Charles Bergquist,[3] reflexiona sobre los factores económicos ligados a la economía de exportación cafetera en Colombia y su relación con los movimientos obreros solapados en la historiográfica latinoamericana, que surgió en el caso de estas naciones gracias a las crisis económicas mundiales y a las guerras especialmente europeas, lo cual posibilitó el advenimiento de las naciones latinoamericanas en el concierto mundial exportador, lo que imprime a los capitales locales interés inusitado por insertarse en los grandes centros del capital a nivel mundial; de esta manera el movimiento obrero ligado al sector exportador y radicado en los nuevos centros urbanos de producción, toma una importancia excepcional como fuerza productiva de capital, que además no permitió al pequeño productor entrar en el escenario exportador.
Es así como los factores climáticos, geográficos y topográficos inciden en la estructura del poder político en cada región donde las organizaciones obreras se establecen, es decir el café en Colombia por su condición climática, no propicia asentamientos duraderos de grupos humanos, son sobre todo trabajadores golondrina, el autor encuentra vestigios de organizaciones obreras en las zonas portuarias en Colombia, que por las condiciones anteriormente expuestas, pero sobre todo porque la organización obrera, se acentúan en regiones donde entre más lejos de las urbes políticas están ubicadas, adquieren una integración de asociación trabajadora propicia, éstas además tienen que luchar con fenómenos de violencia existentes y agenciados para proteger el capital, la tenencia de la tierra y las dinámicas exportadoras de las nuevas relaciones económicas del país para el caso colombiano son es paradigmáticas, pues para la organización obrera sus luchas no fueron desplegadas por la tensión capital/trabajo únicamente, sino además tuvieron que esquivar la convulsión política propia de realidades violentamente depredadoras para la vida y la subsistencia humana.
Entre las obras destacadas de perspectiva similar aparece el poder político en Colombia de Fernando Guillen Martínez,[4] indaga sobre las raíces del poder en Colombia y tiene como hilo conductor el tránsito de un sistema de producción social, político y económico, que a pesar de las diferentes transformaciones históricas, en lo sucesivo no ha sido cuestionado, pero si ingeniosamente incrustado en la estructura social como sistema de poder naturalizado, donde se registra en Guillen Martinez la clave cultural de su indagación; así es como la confrontación civil y el aparataje legal para cooptar el poder político se convierte en un trampolín histórico, debido al tránsito que ubica al resguardo como estrategia para recaudación de impuesto y ubicación geográfica de los indígenas siempre y cuando la densidad poblacional sea funcional para propósitos impositivos, por ello en algunas regiones su estructura fue fallida ante la baja densidad y la dimensión descomunal del valor del trabajo esclavo indígena. El siglo XVIII se constituye en el umbral del poder político para la hacienda como estructura asociativa dominante, la cual establece relaciones de producción y composición demográfica notablemente de carácter hereditario, se presenta además como una autoridad adscrita en el mismo sentido de los partidos políticos, por la yuxtaposición dominante con el poder hacendatario, que dinamiza las lealtades hacendataria-partidista al confluir criterios familiares y clericales en la solidificación del esquema de adhesión al poder, en tanto las alianzas partidistas se corresponden con profundos tropiezos políticos que dinamizan la violencia física como manera de transformar el panorama político de Colombia.
El trabajo de María Teresa Uribe presenta un panorama que ubica históricamente la tensión entre el Estado central y el Estado regional altamente en consonancia con lo que denomina, “la guerra del Estado contra él mismo”, (1859-1862), lo importante de este conflicto es que desarrolla una guerra desde el derecho y para el derecho con la consigna de dominar la organización política emergente entre intereses políticos, tal confrontación la propician las ley en construcción y dictadas sobre las elecciones, la ley de hacienda y de la fuerza publica entre otras, en manos del interés político de elites burocráticas, en tanto Uribe nos dice que, la confrontación de los Estados generó un nuevo escenario de conflictos entre intermediarios adscritos a los partidos, que se disputaban la hegemonía regional y la intermediación con el poder central; (Uribe y López, 2008, p. 96), así la importancia de la región condujo a la inevitabilidad de la centralidad de la guerra civil, lo importante en este aspecto es que el poder político se planteo como una conformación jurídica como arma de control político y que ante la expulsión de la iglesia por razones ideológicas y aun económicas, el derecho se convierte en el espíritu primigenio del orden político y el mecanismo que incentiva la preponderancia de las confrontaciones armadas entre elites regionales y un poder cuasi-central.
[1] Ver Montesquieu. (2003). Se refiere a un estudio comparativo e histórico, en el cual la leyes de la naturaleza expresan cuatro tópicos fundamentales: la paz, la protección, la socialización, y el deseo de vivir, p. 45.
[2] Ver Palacio M., Safford, F. (2002)
[3] Ver Bergquist Charles. (1988)
[4] Ver Guillén Martínez, Fernando. (1996)
[5] Guerra de los supremos o de los conventos. (1839). Se desencadenó por la determinación del Congreso de suprimir los conventos menores de Pasto, para destinar su renta a la instrucción pública. La insurrección se inicia en la población de Pasto, bajo las banderas federalistas, como expresión política de los sectores conservadores del país. Guerra del siete de marzo. (1851). Insurrección conservadora de los propietarios de la mano de obra esclava, especialmente de los departamentos del Cauca y Antioquia, las reforman incluyen la abolición de la esclavitud, Ley 21 de mayo de 1851. Guerra de los artesanos. (1854). Presenta a los liberales divididos en Gólgotas (librecambistas), Draconianos (artesanos a favor del proteccionismo aduanero), esta guerra termina con la imposición de medidas librecambistas.